"El Barcelona en su mejor momento: ¿la tormenta perfecta?"

El encuentro posterior al 2-5 reveló una faceta tan insólita como igualmente emocionante del Barça dirigido por Flick. Los azulgrana saltaron al campo sin Lewandowski, la pieza clave del equipo y máximo goleador con 26 tantos, pero eso no impidió que protagonizaran un bombardeo constante en la portería del Betis. Se desató una incontrolable tempestad futbolística orquestada en torno a Dani Olmo, quien ocupó el rol de falso 9, mientras que los destellos y truenos de Lamine Yamal animaban el espectáculo. El extremo se convirtió en el solista virtuoso de una sinfonía magistral, que improvisaba a partir de la partitura proporcionada por Flick desde el conservatorio de La Masía. El juego fue tan cautivador, tan enriquecedor, tan hermoso, que nadie se preocupó por el marcador de Montjuïc.

Los goles y, por supuesto, la victoria, se daban por descontados desde el inicio del partido, cuando arrancaron los barcelonistas sin dar tiempo a que el Betis se colocara en Montjuïc. El partido que siguió a la conquista de la Supercopa resultó igual de emocionante por el despliegue de un equipo azulgrana de momento muy solvente en los torneos de eliminación. El Betis no salió prácticamente del pasillo que dedicó en los prolegómenos del encuentro al Supercampeón Barça, reencontrado con su fútbol fluido y vertiginoso al regreso de la Navidad.

Los azulgrana ganan partidos y jugadores porque Flick no se rinde con De Jong, un futbolista que juega con miedo por su lesión en el tobillo y que además no había funcionado últimamente como suplente, señalado por la hinchada porque cada uno de sus errores acostumbra a costar un gol, como se constató precisamente en la última visita al Villamarín. Las rotaciones dispuestas por el entrenador permitieron que el holandés dispusiera de una oportunidad como titular por el descanso concedido a Casadó. También se sentaron en el banquillo Balde, sustituido por Gerard Martín, y Lewandowski. La novedad fue que en ausencia del polaco salió Olmo.